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PERESTROIKACRACK, UN SUEÑO EN EL VALLE AKSU

  • Por Marina Fernandez Sanz
  • 09 ago, 2016
Pico Slesova valle Aksu, perestroika crack, Kirguistán. Grande Course guías de montaña
Ramón, Chuchi y yo en el campo base, delante de nuestro objetivo

22 de diciembre de 2015, recibo un mensaje, es Ramón, y según lo leo los ojos se me abren como platos y una sonrisilla se va dibujando en mi cara. En el mensaje dos fotos, una de una gran pared y la otra de una fisura perfecta y una frase que dice “¿te vendrías aquí de expedición?” En el margen de una de las fotos pone Perestroikacrack, Kirguistán. No la conocía, pero ni siquiera la busque, mi respuesta fue “por supuesto”, con las fotos me bastaba para saber que quería ir allí y acerté. Así fue cómo empezó la aventura. 

Mi compañero es Ramón Portilla, gran alpinista, que ha recorrido de aventura en aventura muchos países del mundo. Por aquel entonces ya habíamos escalado juntos, nos autodenominábamos “la cordada revelación” y ya habíamos vivido alguna aventurilla, como conseguir salir de noche de la canal de Arribes, pero no habíamos ido todavía de expedición juntos. Era bueno para los dos, Ramón podía presumir con sus amigos de irse de expedición con una de 30 (años) y yo podía presumir de irme de expedición con Ramón Portilla, un referente para mí, un grande que me había hecho soñar con los capítulos de “Al filo” cuando era pequeña.

Pronto Jesús Velasco “Chuchi” se unió a la expedición. Se hizo un poco de rogar pero creo que en el fondo estaba deseando venir. Los tres habíamos empezado el año pasado el proyecto y la ilusión de abrir una via en Arribes del Duero, en el que seguimos, y era muy bonito ir los tres juntos a Kirguistán.

Empezaba esa etapa previa a todo viaje, que es la de organización y búsqueda de información, una etapa emocionante. Según iba viendo cosas, más ganas tenia de ir a ese lugar. Me encantaba encontrar información interesante y compartirla con mis compañeros. Y sin darnos cuenta, lo que veíamos como un sueño lejano, estaba a punto de hacerse realidad en cuestión de un par de días, si el intento de golpe de estado en Estambul fracasaba, claro. Y así fue, el día 20 de julio estábamos los tres en el aeropuerto de Madrid además de Prado, Mila y Noe, tres chicas que se habían unido para hacer un trekking; todos con la ilusión del viaje que comienza. 

Valle Aksu, Kirguistán, perestroicka crack. Grande Course guías de montaña
El equipo al completo en el aeropuerto de Barajas

Las maravillas de la ingeniería hacen que en un día aparezcamos en Osh, una ciudad al sur de Kirguistán, a casi 8.000 km de Madrid. Yo ya había estado allí en el 2013 cuando fui al pico Lenin, al igual que Ramón el año pasado y me hacía ilusión reconocer sitios donde había estado. Después de una visita al mercado de Osh donde pudimos aprovisionarnos entre otras cosas de los ricos frutos secos que hay en el país, nos esperaba una larga jornada en furgoneta o lo que ellos llaman maharastra hasta Batken, de donde ya partiríamos andando al día siguiente. 

La aproximación hasta el campo base nos costó 3 días de largas jornadas de entre 6 y 10 horas andando, atravesando valles y collados de todos los colores, verdes, con piedra marrón, rojiza o negra; mezclándonos con la escasa población que encontrábamos.

En praderas junto a un rio montábamos nuestro campamento, que recogíamos al día siguiente para continuar nuestra ruta. Y por fin desde un collado pudimos ver al fondo toda una cordillera de cumbres nevadas, reconociendo algún pico cercano a nuestro objetivo. Hacia allí nos dirigíamos. 

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Durante el trekking de aproximación al campo base

En el campo base nos esperaba una agradable familia, Hassan el padre, Kunduz la madre y Jasmine la niña, que serían nuestros cocineros y nos harían la estancia mucho más agradable. Fue un gran placer compartir esos días con ellos y al final cuando tienes que abandonar el lugar te sorprendes del cariño que puedes llegar a coger a la gente en apenas 20 días. Pero eso es uno de los grandes tesoros de viajar, el poder mezclarte con la gente local, conocer su cultura y compartir momentos, que se van a quedar grabados de por vida en tu corazón.

El campo base era un lugar agradable, con césped, arbolitos y al lado el rio glaciar de color grisáceo… el ruido del río nos acompañaría incluso cuando estábamos en la pared y sonaba tan cerca que parecía que estábamos abajo. Una curiosidad acerca de los nombres de los valles Aksu y Karasu que significa “aguas negras” y “aguas blancas”.

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Haciendo pan con Kunduz y Jasmine

Los primeros cinco días llovía sin cesar. Y nos dedicábamos a ir de nuestra tienda a la tienda comedor y allí leíamos, jugábamos al mus, charlábamos… también intercambiábamos clases de kirguiz-castellano con la familia. De vez en cuando hacíamos algún porteo y dábamos algún paseo bajo la lluvia para luchar contra la desidia. Oscar, Ana y Papila también estaban allí con el mismo objetivo y compartíamos campo base.

Se acercaba la cuenta atrás y por fin llegó el momento de intentarlo. Acordamos que Papila, Ana y Oscar fueran por delante, porque considerábamos que irían más rápido, así que ellos intentarían llegar en un día a la R12 y nosotros a la R5 pero finalmente los seis llegamos hasta la R5, donde pudimos montar dos tiendas de campaña. Los primeros 5 largos son fáciles y disfrutones pero estaban demasiado mojados y nos dieron más guerra de lo esperado. Por la tarde, como era habitual, empezó a caer agua nieve. En ese momento estábamos remontando el petate. Estaba parada en la reunión con mucho frío y pensaba en terminar las maniobras, montar la tienda y meterme en el saco. 

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Marina observa la vía desde la tienda instalada en la R5

Aquella noche el viento sopló con fuerza sin parar y por la mañana el frío hizo que no pudiéramos empezar a escalar hasta las 11 aproximadamente. Y por la tarde comenzó a llover así que fijamos un largo de cuerda y nos bajamos de nuevo a la tienda. 

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Chuchi escalando el largo 6 de la vía Perestroickacrack

A la mañana siguiente de nuevo la misma tónica, viento y frío que ponían a prueba nuestra paciencia. Chuchi había perdido la motivación y decidió bajarse con Óscar. Se nos iba un pilar fuerte pero Ramón y yo no podíamos irnos de allí sin intentarlo. Mientras Ramón apoyaba la bajada de nuestros compañeros, Papila, Ana y yo continuamos escalando, ya por fin esos largos de fisura que se ven en todas las fotos de Perestroika y con los que sueñas una y mil veces. Y ningún sueño es comparable con la realidad, ¡Que fisura perfecta de puños y pies! Para variar, a mediodía se puso a granizar y nos bajamos de nuevo a la tienda, habíamos conseguido fijar tres largos más. 

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En los bonitos largos de fisura de la vía Perestroickacrack

Íbamos avanzando poco a poco pero deseábamos salir ya de aquella reunión. Al día siguiente la idea era subir hasta la R12 (sería nuestra R13, se aconseja partir el largo 12 en dos). Papila, con problemas estomacales y Ana se bajaron, nos quedábamos Ramón y yo solos en la pared, que seguíamos con la idea de intentarlo hasta el final. Jumareamos los largos que habíamos fijado hasta la R8. Desde ese punto, los largos empezaban a ser algo más difíciles, de fisuras anchas y diedros pero Ramón y yo seguíamos motivados con llegar a la repisa donde íbamos a vivaquear. Llegábamos a las reuniones exhaustos pero estábamos contentos y orgullosos de estar allí. Mientras Ramón jumareaba el largo, yo remontaba el petate, y así con un buen trabajo de los dos y los ánimos incondicionales de mi compañero llegamos a la repisa. 

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Marina escalando el largo 13

Para nuestra sorpresa no cabía una tienda, tal y como ponía en el croquis, un peso importante que nos podíamos haber ahorrado. En la repisa caben dos personas tumbadas, nos acomodamos para dormir lo mejor posible y preparamos una rica cena de liofilizados. Cuando nos acostamos, ya de noche, las nubes cubrían el cielo. Estaba cansada así que no me dio tiempo a pensar mucho y enseguida me quedé dormida. En mitad de la noche me desperté, abrí los ojos y vi uno de los cielos más luminosos y estrellados que recuerdo, giré la cabeza hacia la izquierda enfrente y allí estaba la silueta de las tres grandes paredes de granito que nos habían acompañado todo este tiempo. Me volví a quedar dormida.

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Marina en la repisa donde hicimos vivac

A la mañana siguiente nos despertamos con ganas de llegar a la cumbre. Hacía frío y viento y unas ligeras nubes asomaban por el principio del valle. Todavía nos quedaban unos cuantos largos duros antes de la trepada final a la cumbre. Me notaba cansada pero la cabeza seguía funcionando y tiraba de mí, seguía motivada.

Después de tres largos, mientras Ramón llegaba a la reunión, empezó a llover. También había truenos. 

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Escalando el largo antes de que empezara la tormenta

Cuando mi compañero llegó donde yo estaba, los dos debimos de poner la misma cara de terror porque sin mucha discusión, simplemente intercambiando un par de frases, comenzamos a rapelar. La decisión estaba tomada y ya estábamos bajando, había poco que pensar y sobre todo había que concentrarse en el descenso, ya habría tiempo para la reflexión en la tienda. El descenso se complicó, las cuerdas se nos engancharon y tuvimos que jumarear un largo de 50 metros, aún bajo la lluvia, para recuperar las cuerdas. Nos dio algo de tregua la lluvia y después de un duro descenso llegamos a la tienda en la R5. Ramón preparó la cena y fue el mejor pollo al curry que he tomado nunca! A partir de ese momento llegaron las bromas que habíamos dejado de hacer durante los días anteriores y a la mañana siguiente las reflexiones. Nos habíamos equivocado, pues al final lo que parecía una gran tormenta se había quedado en una pequeña tormenta de tarde. Pero yo estaba satisfecha con nuestra actuación, por lo menos lo habíamos intentado, lo habíamos peleado y habíamos dado lo mejor de nosotros mismos y sobre todo habíamos disfrutado del camino recorrido. Y cuando es así, para mí es un éxito.

Chuchi nos esperó en la base de la pared para acompañarnos hasta el campo base. Allí estaban el resto de compañeros, además de mis amigas Esther y Ruth, recién llegadas y otros nuevos amigos, Oriol y Marisol. Todavía tuvimos un par de días de sol para hacer unas vías más cortitas y disfrutar de los últimos momentos en ese precioso lugar y con esa familia que tanto cariño nos había dado. Al día siguiente de bajar de Perestroicka, Chuchi y yo fuimos a hacer un estético diedro en la Pequeña Torre Rusia. Salió el sol y nos permitió disfrutar de un bonito día. Y todavía tuve otro día de escalada para disfrutar con mis amigas Ruth y Esther.

Llegó el momento de marchar, con pena, el 9 de agosto cogimos el camino que desciende valle abajo junto a Oriol y Marisol. La vuelta la hicimos por otro camino más corto, un día y medio, largo y duro.

Y al llegar a la civilización, lo que más nos apetecía era una o dos cervezas. Junus, el chico de la agencia que nos acompañaba y que era musulmán, no daba crédito a nuestra capacidad de beber cerveza. Durante esos dos días en Osh aprovechamos para seguir conociendo la cultura del país, un lugar mayoritariamente musulmán pero donde conviven una variedad de religiones con cierta armonía aparente. Y en nuestro afán por mezclarnos con la civilización local, fuimos los tres a una peluquería. Con el pelo arreglado y más guapos, unos kilitos menos y unas cuantas experiencias más nos volvimos a Madrid, con ganas de seguir soñando. 

Texto escrito para la revista Cuentamontes y Peñalara
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Últimamente hacemos demasiada deportiva cerca de casa y ya tenemos ganas de una escapada al pirineo a escalar alguna tapia, salimos el miércoles por la tarde de Soto y aunque la idea era ir a Ordesa, como el jueves todavía dan mala meteo , decidimos ir a conocer una pared de la que habíamos oído mucho, pero en la que ninguno de los dos habíamos escalado aún: Peña Montañesa .
Nos cuesta decidirnos ya que la mayoría de vias tienen buena pinta, al final nos decantamos por  Monapancha  , una de las clásicas de la pared con 230m de recorrido sobre diedros y fisuras, con muy buena calidad de roca caliza.
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Han pasado 21 años e intento ponerme en los pies de una niña. No me cuesta mucho, entre que recuerdo algunas cosas y que, sinceramente, sigo siendo como una niña... Además, releo las notas de mi pequeño diario llamado “Alpes 1997”, me encanta llevar siempre un cuadernito y apuntar sensaciones y curiosidades. 

Yo tenía 11 años, mi amiga Yai 12, y estábamos en el Refugio Vallot, la cabaña de emergencia que hay a unos 400m de la cumbre del Mont Blanc. Estábamos tumbadas en uno de los colchones, tapadas con una manta rígida y áspera, no sé si por la suciedad o por el frío. Habíamos comido chocolate, caducado varios años antes y habíamos dormido un rato con la intención de que se nos pasara la pájara que teníamos y bajáramos antes de que lo que eran unas inocentes nubes se convirtieran en una tormenta. Nuestros padres vigilaban la evolución de nuestro mal de altura.

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Bonita vía en Vilanova de Meia y muy recomendable para hacer como toma de contacto para petatear y dormir en la hamaca, un "love climbing"
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"Búfalo, ya estamos aquí, baja a ayudarnos". Carlitos y yo hemos llegado a Chamonix, al portal de la casa de nuestro amigo Rober. Preparamos todo con prisa y cogemos el teleférico de la Aiguille du Midi para instalar la tienda en el plató. Con las prisas nos hemos dejado algunas cosas... En realidad llevamos muy poca comida para los tres y nada de gas con qué cocinarla y derretir nieve, así que mientras Carlitos y yo montamos la tienda con las últimas luces, Rober va al Refugio de Cosmiques a comprar gas.
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22 de diciembre de 2015, recibo un mensaje, es Ramón, y según lo leo los ojos se me abren como platos y una sonrisilla se va dibujando en mi cara. En el mensaje dos fotos, una de una gran pared y la otra de una fisura perfecta y una frase que dice “¿te vendrías aquí de expedición?” En el margen de una de las fotos pone Perestroikacrack, Kirguistán . No la conocía, pero ni siquiera la busque, mi respuesta fue “por supuesto”, con las fotos me bastaba para saber que quería ir allí y acerté. Así fue cómo empezó la aventura. 

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